martes, 15 de junio de 2010

¿Día horribilis o afortunatis? (José Antonio Fernández)

Mail Verídico.

Hola, por hoy ya he cumplido el cupo de acontecimientos peculiares.

Ayer desempolvé (literalmente) mi bici, aparejo que no utilizaba en bastantes años. Esta mañana a eso de las 6 y pico me he levantado, he tomado un ligero desayuno y he cogido el susodicho medio de locomoción. Debajo del asiento llevo la típica bolsita para guardar la recámara de una rueda por si sucediese un muy hipotético pinchazo y alguna que otra llave bastante inútil.

La bolsita va con dos cremalleras y no ocupa gran cosa por lo que es bastante útil. Cuando iba a salir he sacado la recámara y he aprovechado el hueco para la cartera, el móvil, las llaves de casa y del coche. Total, pensándolo bien, un pinchazo es relativamente muy improbable...

Aunque dicen que si vas todo el rato por un camino de piedras, la entropía tiende a hacerse más factible.

Desde luego..., ¡qué previsible eres!, pues no, no he pinchado so listo.

He ido por el camino del río y he llegado bastante más lejos que el puente del primer avituallamiento, me ha amanecido y aquello parecía ya las ramblas de los ciclistas profesionales, todos con sus maillots último modelo, gafas, cascos multicolores, zapatillas especiales, barritas energéticas, mochilas ergonómicas... digamos que yo, en cambio, iba de mí mismo.

Cuando me he hartado, pues, eso, media vuelta y pa casa.

Pero he aquí mi sorpresa que un par de kilómetros antes de llegar a Ripollet, noto el pedal derecho algo raro, pero, como no soy muy hipocondríaco, ni lo he mirado, hasta que al final, aquello ya tenía pinta de ir bastante chungo. Me he bajado, lo he mirado, y, después de un análisis en profundidad, lo he sentenciado si algún manitas no intentaba arreglarlo cuanto antes. Entonces he pensado en alguna de las llaves que llevaba debajo del sillín y ¡OH SORPRESA! me he encontrado la cartera colgando. Tras unos segundos mirando aquello, tiempo durante el cual mi cerebro me estaba diciendo que aquello ni era normal ni podía ser representativo de nada bueno, he pensado en el móvil y las llaves.

Aquí si que tienes razón... ni rastro.

Oh! que elección más dubitativa, ir para atrás a ver si, por una casualidad del cielo, los encontraba antes que cualquier otro ser sin escrúpulos o ir para adelante para llegar a casa y llamarme a mi propio móvil para intentar conseguir que dicho ser se compadeciese de mí.

Tras un rápido raciocinio de la sociedad en qué vivimos... he tirado para atrás...

Pero aquello no aparecia, y vete tú a saber en qué sitio podía haberlo perdido. Volví a pasar aquel puente de madera tan majo y comprendí que ni iba a encontrar nada ni el pedal aguantaría mucho más. Decidí encaramarme hacia casa para probar la otra opción y sí, tenía razón... en lo del pedal.

Nada más girar, crashssss. Casi me espiño. Pues ya me ves tú desandando el camino hecho y más lejos de casita de lo que me gustaría. Volviendo a mirar de un lado a otro, con el pedal en el bolsillo. Con unas pintas como las mías y andando con una bici sin pedal...

No veas la de gente que llega a pasar un domingo por ese camino, en bici, en moto, andando, corriendo...

Pero bueno, no hay mal que por bien no venga... Poco antes de llegar a Ripollet, me encuentro con un hombre y dos mujeres. Viéndome como iba y como miraba ansiosamente el camino, me preguntan si había perdido algo...

-Pues sí, un móvil y una llaves.
-Pues ya no los busques más.

Y me los saca de su bolsillo... Porque estaba la bici entre nosotros, que si no me arreo a darle besos.

Y sabes lo curioso... que si no se me hubiera roto el pedal, hubiera ido más rápido a casa, no me hubieran preguntado y no habría, al menos tan rápido, encontrado mis dos pequeños tesoros.

Los caminos del Señor son inescrutables.

Amén.


Por cierto después de dicha paliza física y psicológica he cumplido una promesa hecha el día anterior y me ido con mi perro a lo alto del pico del Atlas.

Después una duchita y como nuevo. Disculpa el rollo, pero es pa haberlo vivio. Por cierto, casi me quedo sin gasolina tras irme a la montaña, pero eso ya entra en otro capítulo.

Nos vemos.

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