martes, 22 de junio de 2010

Perogrullada 3 (David Ramos)

Irrompibles hilos de marioneta que, salvo tentaciones esparcidas por filos de cortante papel, manipulan subliminalmente toda cosa interrelacionada con uno mismo, hacen de la estupidez, consciente, o, generalmente, inconscientemente, un abasto de raudales de presunta inteligencia: Erudición, peroratas, vacías palabras al fin y al cabo que jamás vienen acompañadas, siendo olvidadas, masacradas, irrespetadas, hasta que, simulando al Ave Fénix, renacen del baúl de la presunción y la falsa preocupación que nos infringen educación y entorno social.
Aquellos filos de cortante papel pertenecen a muchos de estos reencuentros, pero la palabra es la reina de la presumida ignorancia que emerge de la petulancia, prepotencia o vaya usted a saber que término emplear.

Tres, dos, uno, cero. ¿Dónde nos encontramos ahora? ¿En el 1,5? Del dicho al hecho...
Idealistas forman el conglomerado maldito. ¿Cambiar? ¿Por qué? Drogas, alcohol, sexo, ocio... Control, voces apagadas o confusas. Éxito.
Es un instrumento realmente bueno.

El escritor es el peor vestigio de la maldad humana.
Y ahí nos incluimos todos. Incluso los idealistas.

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