martes, 22 de junio de 2010

Informe de un cadáver (Manu Gracia)

Realmente no era muy alto.
Era un enano.
Tenía unas piernas ridículas que apenas sostenían su cuerpo, que se balanceaba patéticamente cada vez que daba un paso. Parecía una campana desviada.
La cara no era precisamente una obra de arte.
Dos diminutos ojos de cómic apenas se entreveían bajo un bosque oscuro y enmarañado que se formaba donde las cejas no aparecían.
La nariz mostraba sus raíces que afloraban asquerosamente esparciéndose en el vacío, pendulando sobre el morro. Tenía una forma de gancho machacado que acaba en una puntiaguda verruga llena de pus.
De la boca emanaba un efluvio pestilente donde azufre y podredumbre tenían cabida. Tenía una docena de dientes cariados, de un total de veintitrés. Tiras de baba caían en cascada resbalando por la barbilla, arrastrando a su paso enormes cantidades de vello camino del pecho, donde cicatrices y suciedad pugnaban por tener la hegemonía.
Una enorme y repugnante barriga colgaba por encima del cinturón, plegándose en torno a unos escabrosos michelines que contrapesaban, forzando la desviada columna que configuraba su espalda.
Agujeros, descosidos y sospechosas manchas amarillas y marrones configuraban su vestuario, donde el color originario había sucumbido a manos de salvajes punzadas multicolores, predominadas por un verde pastel.
A su alrededor se encontraron desconocidos potingues disueltos en mil y una sustancias que habían corroído mesa y sillas. Revistas de dudosa reputación colgaban de los lugares más inverosímiles, junto a extrañas fotos de oscuras cavernas salpicadas de algo rosa dulzón.

Pistolas y cuchillas no fueron encontradas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario