lunes, 21 de junio de 2010

Físico Amor (Rubén Zamora)

Se abrazó a mí con tanta ternura, que no pude resistirme.
Noté sus suaves brazos recorriendo mi espalda. Su aterciopelada piel rozó mis cicatrices. Su aliento cálido resopló entre el hueco de mi camisa.
Sus ojos se posaron en mi mirada con tanto candor, que tuve que bajar la cabeza hacia sus hombros. Apoyándola en ellos. Agarrándola con fuerza, con rabia, con desesperada consciencia de tenerla suelta.
Un nudo junto a la nuez me obligaba a tragar saliva. Me temblaban los labios.
Mis brazos resbalaron hacia su cintura. Me abracé con fuerza, sintiendo su vientre contra mi rostro, mientras algo parecido a lágrimas resbalaba, tiznando su vestido gris de húmeda tristeza, que se iba tornando bermellona sin que pudiera evitarlo.
La vida se me escapaba por las pupilas.
Las manos me cayeron al suelo como si fueran losas mortuorias. Me fracturé las muñecas, que ya no sentía. Las rodillas me fallaron y caí sobre los codos.
Mis oídos sangraban abundantemente, compitiendo con la nariz por manchar mi ropa.
Levanté la cara y la miré directamente al Alma.
Y no vi nada.
Nada fue lo último que vi, antes de que mis ojos explotaran sobre sus pies descalzos.

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