martes, 22 de junio de 2010

Jornada laboral (Mercè Sánchez)

Las siete. Suena el despertador. Comienza un nuevo día.
Me cuesta desemperezarme. Siempre me ha costado. Las siete y media. Me levanto y me bebo los restos de ginebra de anoche. Disparada hacia el coche.
Llego a la oficina. Las ocho y diez. Tarde. Bronca. Hoy he de tomar un avión. No sé dónde. Me es indiferente. Cojo mi billete y me dirijo al aeropuerto. El viaje resulta corto. El avión es bonito, siempre he imaginado que moría en un avión como este. No hay muchos pasajeros, sólo compañeros. En unas horas llegamos.
Un estúpido tiralevitas sostiene un cartel con mi nombre. Tienen un coche esperando. Media hora bajo el fuego y me encuentro en un destartalado edificio que es volado ante mis ojos. Salto del jeep, cámara en mano. Los cadáveres abundan. Buenos planos. Un soldado saca unas piernas bajo unos escombros. Simplemente unas piernas. Un plano de su cara. Una buena foto.

Setenta y dos fotos en una hora. Un buen trabajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario