miércoles, 9 de junio de 2010

Un comienzo nada prometedor (Roberto Gamos)

El camino era lo suficientemente estrecho como para resultar inquietante.
Avanzó vacilante por entre los extraños ladrillos rojos, que se coagulaban a su paso. Era como andar sobre una cama de agua.
Se sentía vagamente inquieto. A fin de cuentas era la primera vez. Y no estaba solo. Cientos, miles, cientos de miles de compañeros seguían el mismo camino. Todos ansiaban el máximo premio.
Avanzaban deprisa, como si el tiempo fuera a exterminarlos; pero no se sentía impaciente.
Finalmente, allí a lo lejos, lo vio. Una esfera perfecta, sin más fisuras que la que permitía llegar al paraíso.
Se acercó, cauteloso, cansino... Recorrió la superficie de la esfera, palpándola con delicadeza. Súbitamente algo atrapó su cabeza. Algo, una fuerza inusitada le arrastraba hacia el interior con tanta energía que no pudo más que dejarse llevar, atraído por una mezcolanza de temor, curiosidad y éxtasis.

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